En apenas 3 años de existencia, el certamen ha llegado lejos. Y sigue evolucionado. Ahora las bibliotecas de la región dispondrán de un ejemplar con los escritos finalistas.
Pero este concurso internacional es sólo un pretexto para conseguir el lema más firme de la Fundación César Egido y su Museo de la Palabra.
Al fin y al cabo, en este Museo no se expone nada a simple vista. Aunque sus paredes, en apariencia blanquecinas, están impregnadas de la convivencias de cuantos han pasado por aquí. La noticia completa puede verse aquí.